Nací en La Coruña (España), el 18 de septiembre de 1949. En casa de mis padres, aunque siempre se apreció la música en general, no había una gran afición por la lírica. Mi abuelo materno, sin embargo, fue una gran aficionado a la zarzuela. Un antepasado mío, Pedro Escudero, tenor y violinista de renombre, llegó a cantar en la Rusia Imperial, ante los zares. Esto lo he descubierto muy recientemente.
Cuando era pequeño, en la modesta colección de discos de vinilo que teníamos en casa, había dos obras que pronto llamaron mi atención. Una era la grabación de Katiuska cantada por Pilar Lorengar y Alfredo Kraus. La otra, un disco de cuatro jotas cantadas por Miguel Fleta. No me cansaba de escuchar aquellas grabaciones; me fascinaban aquellas voces que daban unas notas tan agudas. Poco a poco fui aficionándome al canto y tarareaba aquellas romanzas con la joven voz de un niño de diez años.
El primer disco de ópera que tuve fue La bohème, de Puccini, cantada por Renata Tebaldi, Carlo Bergonzi, Ettore Bastianini y Cesare Siepi en los principales papeles. A partir de ese momento llegaron algunos más y la colección se fue ampliando con el tiempo hasta las 2500 óperas que hoy conforman mi discoteca, sin contar recitales y música sinfónica.
Entré a formar parte de la "Coral Polifónica El Eco" de La Coruña (donde continúo), la coral más antigua de toda la Península Ibérica; y ahí fui adentrándome más y más en el mundo del canto. En el verano, además, participábamos en las temporadas de ópera, y así pude disfrutar escuchando y cantando junto a Giuseppe Taddei, Alfredo Kraus, Pedro Lavirgen, Ángeles Gulín, Franco Bordoni... y muchos más.
Un día llegó a La Coruña un tenor acompañado de su profesora de canto, quien me invitó a cantar para ella. Tras escucharme, me animó a estudiar seriamente la carrera de canto. Esto era en 1970.
Hablé del tema con mis padres, y ellos, ante mi ilusión, me apoyaron. Marché entonces a Milán para ser escuchado por Elvira de Hidalgo, famosa soprano española (aragonesa) y maestra de Maria Callas. De Hidalgo me acompañó al piano, y canté para ella el aria de Edgardo "Tombe degli avi miei".
La Sra. Hidalgo consideró oportuno que estudiase con ella, pero para afrontar los gastos de estudios y estancia en Milán, necesitaba ayudas oficiales. Me entregó una carta de recomendación en la que destacaba mi "musicalidad y expresividad instintivas", y regresé a La Coruña. Pero... precisaba más cartas.
También el bajo español Antonio Campó me escuchó cantar, y en la carta de presentación que me entregó tuvo a bien señalar mis “sobresalientes cualidades vocales y un raro (por no habitual) instinto musical".
Y aquí entra en juego el apoyo de la familia y las casualidades del destino. Un primo de mi padre, que era amigo de Alfredo Kraus, le habló al tenor sobre mi interés en estudiar canto y le preguntó si tendría inconveniente en escucharme. Kraus respondió que estaría encantado. Me desplacé a Madrid y canté para él la Serenata de Ernesto, del Don Pasquale. Al terminar de cantar, se me ofreció a ser mi maestro. ¡¡No me lo podía creer!!
Alfredo Kraus redactó una carta de presentación en la que destacaba mis "magníficas cualidades musicales". Me fueron concedidas dos becas. Esta ayuda me permitía desplazarme a Italia cuando sus compromisos lo llevaban allí (Kraus nunca me cobró una sola peseta). Así, durante tres años, estudié técnica de canto con Alfredo Kraus y tuve la fortuna de escucharle en sus magníficas actuaciones. Él fue mi maestro y siempre lo seguirá siendo.
Desgraciadamente, por diversas circunstancias de la vida, no me dediqué profesionalmente a esta maravillosa carrera. He ofrecido conciertos en diversos lugares de España, en emisoras de radio, como RNE, en la TVG... La voz siempre la he cuidado. Nunca he dejado de cantar. En este momento, a mis 61 años, me encuentro muy contento de mi estado vocal actual.
El legado que con su magisterio me transmitió Alfredo Kraus, y mi pasión por la lírica, es lo que me anima a transmitir a mis alumnos la técnica vocal que aprendí de mi maestro y aquellas otras cualidades vocales que con disciplina y perseverancia he logrado adquirir con el paso del tiempo.