Esta preciosa canción de Alberto Ginastera la grabé en el año 2005, y es un gran placer el poderla cantar, pues se presta a exteriorizar los sentimientos que el cantante lleva dentro.
La canción —un tanto meláncolica, con un acompañamiento muy íntimo del piano— ha de ser interpretada con mucho sentimiento, narrando perfectamente el pensamiento del enamorado junto a ese árbol que en la noche lo acoge y le da su apoyo y protección. Una joya del gran músico argentino.
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