Pensamos en esta maravillosa canción de Gardel que él dejó sin terminar en un concierto de Santiago de Chile en 1992. La emoción pudo con él, y sollozando, no pudo llegar al final. Un hecho histórico en la carrera de mi amado maestro.
Con Rosa Cedrón, una paisaniña, muy conocida en Galicia, y que ha viajado por diversos lugares del mundo, tuve el honor de cantar esta melodía, que queda como recuerdo de nuestra admiración y gratitud a nuestro tenor universal.
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