Blog del tenor ENRIQUE PAZ ESCUDERO

18 de marzo de 2011

Nicola Ghiuselev, mi gemelo... 1974


En 1974, estando yo en Londres, cantaba Kraus en el Royal Festival Hall la ópera I puritani en versión concierto. Sus compañeros de reparto, como creo ya haber comentado, eran la soprano griega Vasso Papantoniou, el barítono Ryan Edwards y el bajo Nicola Ghiuselev.


Finalizado el concierto, un amigo de Kraus le invitó a asistir unos días después a un ceremonia religiosa en una sinagoga judía en la que dicho hombre era cantor. Kraus me preguntó si me apetecía acompañarle; y yo, cómo no, ¡encantado!

El día señalado fuimos Alfredo y yo y, al llegar a la sinagoga, lo primero que nos dijeron fue que debíamos descalzarnos; nos pusieron el gorro típico judío y, sobre los hombros, un manto. A ambos nos entregaron un pequeño libro (escrito en hebreo), que yo abrí, y vi que aquello era indescifrable. Un viejito que estaba a nuestro lado me indicó, con una sonrisa, que lo estaba leyendo al revés. Alfredo se reía.

Cuando empezó la ceremonia, el cantor amigo de Kraus no hacía más que mirar hacia nosotros;  primero a uno y después al otro, y nos sonreía continuamente. Yo estaba intrigado: ¿por qué me sonreirá a mí? Al terminar la ceremonia, el cantor se acercó a nosotros. Todo se aclaró: me había confundido con Ghiuselev, a quien también había invitado. Desde el altar había una pequeña distancia, y por eso el buen hombre se equivocó de persona.

Más tarde fuimos invitados a comer a su casa, con su familia (todos judíos) y comimos pollo y alguna cosa más. Mientras comíamos, hablábamos sobre la técnica extraordinaria de los cantores de sinagoga, pero de repente uno de ellos empezó a cantar y todos paramos de comer hasta que el cantor terminó. Y esto se repetía cada diez minutos. No recuerdo lo que tardamos en comer, pero con semejante panorama, se había hecho bastante tarde.

Al volver para casa, Alfredo me comentaba que ya había asistido en New York a una ceremonia judía.  Quien le había invitado entonces era nada menos que Richard Tucker, por quien Kraus sentía una gran admiración.

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